Tanto si estás deseando cruzar a tu perra como si se te ha escapado durante el celo y la montaron por accidente, tenemos varias pistas que nos revelarán que la perra está embarazada sin tener que ir al veterinario. Hasta la cuarta semana del embarazo no notarás que su vientre empieza a hincharse, así que tendrás tres semanas para fijarte en los cambios físicos que sufren las perras durante el embarazo.
Ya desde el principio las tetillas se empezarán a hinchar. Los primeros días tendrás que prestar mucha atención para darte cuenta, pero poco a poco las verás más hinchadas y con los pezones más rosados. Esta rosadez de los pezones es, junto a unas pequeñas descargas vaginales transparentes o rosáceas, una de las señales más evidentes del embarazo canino (las tetillas hinchadas pueden ser sinónimo de embarazo psicológico).
Más allá de los cambios físicos, detectarás una serie de cambios en la conducta de tu perra que también se notarán ya desde el principio. El más evidente de este tipo de comportamiento es que comerá menos, aunque en el segundo mes tu perra recuperará el apetito. No te preocupes por esa falta de hambre, es habitual. También verás que la perra está menos activa: dormirá más, no le apetecerá tanto jugar, pasará muchos ratos en su cama y también se mostrará más cariñosa contigo -en algunos caso puede pasar lo contrario, mostrarse más antisocial-.
Test de embarazos para perros
Si detectas estos cambios o los síntomas del embarazo canino más comunes, puedes hacerle además una serie de pruebas para determinar si tu perra está embarazada o no. El primero es una radiografía. Es la más rápida y eficaz, ya que nos permitirá saber cuánto lleva embarazada, el número de cachorros que tendrá, etc. La segunda es un análisis de sangre, pero si lo haces antes del 20º día de embarazo los resultados no serán precisos al 100%. Eso sí, en 10 minutos tendrás los resultados.