Lo que ocurre cuando una persona o una familia quiere separarse de su perro es que detrás hay motivos de comportamiento del can que no han podido ser cambiados, problemas de alergia con algún miembro de la familia que, por lo tanto, no puede convivir con el perro, fallecimiento del dueño del perro, ingreso en una residencia de ancianos, y que, por lo tanto, no puede hacerse cargo del animal... En el lado opuesto, también encontramos personas que han tenido un cachorro en una camada y lo quieren adoptar porque tampoco pueden hacerse cargo de él. Por tanto, en circunstancias como estas comprobamos lo importante que es la adopción del perro para su futuro bienestar.
En cualquier caso, siempre se recomienda dar en adopción al perro a alguna persona de confianza, ya que es doloroso separarse de ellos, y más si los dejamos en un refugio donde no sabemos cuándo saldrán ni cómo se encontrarán allí con el resto de animales. Si hemos descartado todas las opciones y nadie puede quedarse con él, es cuando debemos plantearnos buscar una protectora de animales o un refugio en el que el perro se pueda encontrar a gusto y vaya a estar cuidado.
Lo mejor es acudir un día a visitar diferentes protectoras de animales que aceptan perros en adopción de la zona donde vivamos y así observar en que estado y circunstancias se encuentran los perros que están allí: si están cuidados, bien alimentados, si pueden correr y jugar, si les dan cariño... Seguro que en alguna de ellas vemos un lugar en el que nuestro perro sería feliz. Seguidamente es importante hablar con algún responsable del centro y que nos explique como se les trata y qué se hace con ellos, además de las probabilidades de que lo adopten en un periodo corto de tiempo y la garantía de que los perros se van a encontrar bien allí y que van a permanecer por poco tiempo.
Lo primero que debemos saber es que no se debe abandonar a un perro por capricho, por habernos cansado de él, sino hacerlo cuando no tenemos más alternativas por no poder tenerlo en casa.