Dicen que los perros son como las personas que los cuidan, y en el caso de los embarazos no hay ninguna excepción. Igual que les pasa a las mujeres, es normal que una perra embarazada vomite. Las perras embarazas también tienen náuseas que puedes desembocar en vómitos, es algo frecuente en el mundo animal y que no debería preocupar a los dueños de la perra preñada siempre que no vean nada raro en los vómitos.
El hecho de que vomiten es un síntoma habitual de embarazo. Normalmente los vómitos llegan por la mañana, al despertar, pero no te alarmes si tu perra embarazada vomita a lo largo del día. Es más habitual que los vómitos lleguen en las primeras semanas del embarazo, aunque igual que pasa en las mujeres pueden llegar en cualquier momento durante los dos meses largos del embarazo canino. La perra puede vomitar tanto comida como la bilis, un líquido entre verde y amarillo.
A diferencia de las personas, los flujos estomacales de los perros llegan antes que el alimento, se anticipan a la posible comida. Si el can no recibe ese alimento acaba expulsando el líquido biliar, de ahí ese color del vómito, que es un poco descorazonador. La solución suele estar en acortar el tiempo que pasa entre las comidas del perro, racionando la cantidad de comida que debe comer tu perro, si hace falta incluir otra; pero en el caso de las perras embarazadas es fácil que los vómitos sigan.
Cambios en el apetito
Muchas veces el embarazo provoca cambios en el apetito, así que no debes forzar a tu perra a comer si ves que de vez en cuando vomita bilis. Precisamente esas náuseas hacen que durante las dos o tres primeras semanas la perra coma menos y pierda algo de peso, algo que seguramente te preocupe. No pasa nada, pronto recuperará el apetito y empezará a ganar peso. Si llegados a la cuarta semana ves que la situación no cambia es la hora de llevarla al veterinario.