La forma que tienen los perros de beber agua resulta muy curiosa porque, efectivamente, parece que la muerden. Hacen un ruido considerable y la mayoría acaba con las fauces forreando.
La causa de esta peculiaridad en el comportamiento del can está en la propia anatomía de la boca del perro. Al igual que los gatos, los canes no tienen pómulos completos como otros mamíferos (incluidos nosotros) con los que poder presumir de hermosas mejillas. Esta característica física hace que los perros no puedan sorber el agua. La naturaleza les ha dotado de otros mecanismos para hidratarse.
Para beber, el perro sumerge la lengua en el agua y la vuelve a sacar en un único movimiento continuado y a toda velocidad. En realidad, eleva el agua creando una especie de cascada que muerde una y otra vez.
¿Cómo consiguen tragar el agua los perros?
Basta observarlos para comprobar que efectivamente su técnica funciona. Son varios los estudios llevados a cabo que se centran en conocer cómo ingiere los líquidos un perro y cuánta cantidad de agua toma en cada mordisco.
Los canes beben moviendo la lengua con asombrosa rapidez, enrollándola ligeramente y consiguiendo formar una concavidad en la zona más cercana a la garganta que facilita que el líquido caiga. Es la velocidad a la hora de levantar el agua del cuenco lo que les permite beber. El perro la atrapa, refrescando sus fauces y llevándola al final del paladar para que caiga por inercia.
Ya sabes, cuando pienses que tu perro bebe de una manera demasiado escandalosa, recuerda que no es un tema de malos modales sino la forma natural que tiene para beber el agua a mordiscos.
