Aunque te pueda resultar extraño, más de la mitad de las perritas sufren el embarazo psicológico a lo largo de su vida. Se trata de un desajuste hormonal que se produce a los dos meses del celo y que se suele prolongar unas tres semanas. Durante ese embarazo imaginario los cambios físicos y en el comportamiento de la perra despiertan muchas incertidumbres en los dueños de los perros. Como siempre que hablamos de salud canina, lo primero es que el veterinario confirme el diagnóstico.
Los cambios que produce en la perra a lo largo del embarazo psicológico nos pueden invitar a pensar en que la perra necesitará seguir un tratamiento, pero nada más lejos de la realidad. En la mayoría de casos será leve, así que lo único que debes hacer es evitar que se lama las mamas, lo que estimula la producción de leche. Un collar para perros isabelino, que le impida alcanzarlas, es la mejor opción para evitar una conducta que podría derivar en una mastitis, aunque también se pueden impregnar con alcohol alcanforado.
Hay veterinarios que te recetarán hormonas o algún medicamento para evitar esta producción de leche, y en los casos más graves puede que te recete algún ansiolítico. Una de las claves para que la perra supere el embarazo imaginario es que sienta tu afecto y que esté distraída de las conductas maternales. Por una parte evitaremos que construya un nido y le quitaremos los juguetes que trate como cachorros, y por otra es importante estimular la actividad física, aumentando los paseos.
Otra forma de recuperar el equilibrio hormonal es reducir los hidratos de carbono y el agua que le damos al animal, ya que así se reduce la producción de leche. A lo largo de la duración del embarazo psicológico de tu perra comprobarás de alguna manera que se trata de un mecanismo de supervivencia en la naturaleza, y la única forma de prevenirlo es esterilizando a la perra. Si no quieres que la perra críe es la mejor forma de prevenir el embarazo no deseado y el embarazo psicológico.