El origen del bulldog francés se remonta a los molosos de la región de Epiro en Grecia y del Imperio Romano. Criadores de los barrios de París hacia el 1880 consiguieron tras sucesivos cruces al bulldog francés tal y como la conocemos. Esta raza de perros se asociaba al principio a carniceros y cargadores. Más tarde su peculiar aspecto le hizo conquistar a la alta sociedad y al mundo de los artistas.
La apariencia general del bulldog francés es la de un perro potente incluso para su pequeña talla, pelo raso, cara corta y chata, orejas erguidas y cola naturalmente corta. Debe tener el aspecto de un animal activo, inteligente, muy musculoso, de estructura compacta y sólida osamenta.
Posee una cabeza muy fuerte, larga y cuadrada; la piel que la cubre debe formar pliegues y arrugas casi simétricas; el hocico es muy corto, grande, presenta pliegues concéntricos y simétricos; la trufa es grande, muy corta. La cola debe ser corta, de inserción baja, anudada o cortada naturalmente y fina en su extremo.
El bulldog francés tiene un hermoso pelo raso, tupido, brillante y suave. En cuanto al color, son de tono leonado, atigrado con o sin parches .
Estos perros son sociables, alegres y juguetones. El bulldog francés resulta cómico a simple vista por su aspecto y su comportamiento lo hace igual de agradable. Excelente con los niños y muy compatibles con otras mascotas. Esta raza ladra muy raramente, salvo en casos especiales como: cuando quiere llamar la atención o necesita algo. Se trata de un perro muy inteligente al que cuesta muy poco enseñarle.
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