Cuando adoptamos un perro problemático de un refugio solemos preguntarnos que es lo que le habrá ocurrido en el pasado que le haya causado sus problemas actuales. Esto es un error, ya que estamos asumiendo que los perros tienen fobias y miedos como los humanos. Los perros no piensan como nosotros solo reaccionan.
Si nuestro perro se resbala mientras corre por un suelo pulido y se choca contra una puerta, nuestra reacción será correr hacia él, abrazarle y decir cosas como ¡Pobrecito!¿estas bien?. Pues esto está muy mal. Estaremos consiguiendo nosotros solitos que un accidente sin importancia se convierta en un trauma importante para nuestro perro. Su madre lo habría olisqueado y examinado para asegurarse de que todo está bien. El perro se hubiera levantado por su propio pie y hubiera seguido jugando. Nosotros sin embargo hemos intensificado su experiencia traumática con la energía nerviosa y emocional.
Los perros no necesitan nuestra compasión, sino nuestro liderazgo. Somo su punto de referencia. Una vez le hemos condicionado a reaccionar de una forma nueva, están dispuestos a cambiar y además pueden hacerlo. Si mostramos una energía firme podrán superar toda fobia que hayan adquirido.
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