Perros obsesivos
Un perro con energía mal liberada puede convertirse en un perro obsesivo. Si no se trata a tiempo puede pasar a ser un perro agresivo al que solo un educador canino puede ayudar. Hay casos en los que es demasiado tarde y nuestro perro puede llegar a ser un caso perdido.
El objeto de la obsesión puede una ardilla o un gatito que vivan en nuestro jardín hasta con su pelota. Si dejamos que nuestro perro se pase el día entero mirando al gatito o sin soltar la pelota, ya no es un juego es una obsesión.
Sustituir el paseo por el juego no funciona. Es cierto que es ejercicio pero no del tipo que le proporcionaría el líder de la manada. Pasear con nuestro perro supone para él un reto psicológico, sin embargo jugar solo le produce excitación. Por tanto en este último caso estará haciendo ejercicio pero su mente permanecerá ansiosa y excitada. Al pasear nuestro perro está concentrado y ese si es un comportamiento natural.
Solemos caer en el error que estas fijaciones nos parezcan graciosas. El problema es que esa obsesión de un perro es igual que una adicción humana. Muchos pueden llegar incluso a morder a otro perro o a una persona si intenta quitarle el objeto de su fijación.
Para evitar que lleguen al extremo de obsesionarse los perros tienen que estar sumisos para realizar cualquier actividad, desde pasear a comer. Primero hay que pasear para que se cansen física y mentalmente.
Tenemos que ser fuertes porque los perros obsesivos agotan nuestra paciencia sobretodo si su problema está ya en fase avanzada. Después de razonar con ellos y ordenarles que dejen el objeto en cuestión, la solución no es quitárselo sin más porque nosotros les estamos proyectando una energía frustrada e inestable que solo agravará la fijación.
Debemos ser pacientes, este problema de conducta no se resuelve en un día, requiere un trabajo diario por parte tando del perro como del dueño.