El mejor amigo del hombre lo es desde hace milenios

Pocas dudas caben que el perro es el mejor amigo del hombre. Entre todos los animales, él es el que mejor nos comprende. Sin embargo… ¿Desde cuándo sucede esto y por qué? Hoy, respondemos a esas preguntas.

El origen de la relación hombre-perro

Hace 15.000 años (algunas investigaciones apuntan a que sucedió hace 40.000 años), un niño se alejó un poco del poblado en el que vivía, y se encontró con un cachorro de lobo. Como ambos no habían desarrollado miedo al otro, el lobo se acercó y olisqueó la comida que el niño tenía en la mano.

El niño abrió la mano, y el pequeño lobo comió un poco antes de salir corriendo para volver con su manada. El niño volvió al poblado, pensando en aquello. En los días siguientes, fue acudiendo al mismo lugar a dejar comida.

En muchas ocasiones, el lobo estaba ahí, y comía de su mano la comida que le llevaban. Y, por a poco, fueron creciendo. Hasta que un día el niño, ya crecido, entró en el poblado con un lobo a su lado.

El poblado quiso matarlo, pero el niño lo protegió. O quizá sucedió al revés. Quizá la manada de lobos quiso matar al niño y el lobo lo salvó. Lo cierto es que esta es una historia inventada, pero que refleja bien cómo tuvo que ser el primer contacto del hombre y el lobo.

De algún modo, los caminos del lobo y del hombre se cruzaron (seguramente, los lobos acudían a comer las sobras que dejaban los humanos). Y, como siempre, la naturaleza hizo su trabajo, seleccionando a los mejores de ambas especies.

¿Quiénes eran los mejores? Los que sabían colaborar. Aquellos lobos que se llevaban mejor con los hombres fueron seleccionados, porque los hombres mataban a los más rebeldes y los que podían ser una amenaza.

Asimismo, aquellos hombres que sabían colaborar mejor con los lobos se reproducían más, porque tenían más éxito en la caza y eso les otorgaba más estatus. Así que, con el paso de los siglos, los hombres y los lobos fueron autoseleccionándose para llevarse bien.

Razas de perros

Esa selección natural condujo a que los lobos dejasen de ser tan agresivos con los humanos y se volvieran más mansos. A su vez, como esos lobos podían ser útiles para varias labores, se fueron seleccionando a los mejores para desarrollar este o aquel trabajo.

Y, poco a poco, con el paso de los siglos, los lobos fueron transformándose en perros. Todavía tenían apariencia de lobo, pero, poco a poco, iban cambiando su tamaño, su fuerza, su temperamento… Ya no eran exactamente lo mismo.

Y, además, según el trabajo que tenían que desempeñar, tenían una apariencia u otra. Por ejemplo, se seleccionaron perros pequeños, que contribuían a cazar conejos y otras piezas pequeñas, porque podían colarse por los recovecos del bosque.

Estas razas de perros pequeños que no crecen hoy son ideales para tener en un piso o en una casa pequeña (también son los mejores para ir de viaje con ellos, la verdad, porque puedes llevarlos en la cabina del avión sin problemas).


También se seleccionaron perros más grandes, para aguantar a las reses, por ejemplo. Estos perros, conocidos hoy como perros de presa, desarrollaron una mandíbula inferior que salía más que la superior, permitiendo a los perros respirar mientras mordían.

Y, así, poco a poco, se fueron seleccionando diferentes tipos de perro, y surgieron las razas.

¿Cómo es la relación de un hombre con un perro?

A lo largo de esa evolución, la relación del hombre con el perro no hizo más que hacerse más y más estrecha. Es por ello que, a día de hoy, los perros pueden identificar perfectamente si un hombre está enfermo o no por el olor.

Los seres humanos también somos capaces de identificar si un perro está sufriendo, alerta o avisándonos de algo por el tipo de ladrido que emite. Y esto, naturalmente, es algo que no podíamos hacer hace esos 15000 o 40000 años.

Además, el ser humano ha atribuido al perro una gran cantidad de importancia culturalmente. Uno de los casos más claros es la que tiene que ver con los nombres que se ponen a estos animales.

Tienes que saber que los nombres de perros y su significado pueden ser de lo más variados. Elegir un nombre que se adapte a tu perro es fundamental. De hecho, por algo no encontramos perritos pequeños que se llamen “Thor”, ¿verdad?

Y, sin embargo, como veremos a continuación, este camino no ha terminado. Seguimos evolucionando juntos, porque seguimos viviendo juntos y, hasta donde sabemos, la selección natural (y, ahora también, la artificial), siguen operando.

Seguiremos evolucionando juntos

La selección natural sigue afectándonos, tanto a nosotros como humanos, como a los perros. De hecho, piensa por un momento… ¿Qué ocurre con un perro que se escapa y muerde a dos o tres personas?

Se le sacrifica. Es decir, lo matamos, y esos genes agresivos ya no se transmiten a la siguiente generación. Por lo tanto, poco a poco, seguimos seleccionando a los perros más tranquilos y que mejor se llevan con nosotros, los humanos.

Por nuestra parte, también seguimos evolucionando, entendiendo cada vez más a nuestros compañeros perrunos. Y, además, como cada vez estamos más concienciados en lo tocante al maltrato animal, cada vez tenemos una relación más profunda.

Aquellas personas que maltrataban a los animales ya no los tienen, y eso es positivo para todos. Poco a poco, la relación que tenemos con los perros se va haciendo más estrecha, hasta el punto de considerarlos una parte de nuestra familia.

¡Después de 40.000 años seguimos llevándonos perfectamente y colaborando para hacernos felices mutuamente! Es algo increíble.

Como puedes ver, la relación entre el hombre y el perro es más antigua de lo que podríamos imaginar. Es cierto que la relación con otros animales, como los gatos, también es antigua. Pero ninguna lo es tanto como con nuestros amigos caninos.

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