Las personas tienen tendencia a demostrar su amor dando besos y abrazos a las personas que tienen a su alrededor y por las que sienten un innegable cariño, de modo que es una necesidad que tienen y que se considera preciso sacar al exterior. El error es cuando creemos que nuestros perros necesitan recibir el mismo cariño que los humanos intercambiamos, y es cuando empezamos a apretarles, abrazarles y darles besos a nuestros perros, sobre todo besos sonoros cerca de su cara. Normalmente, a los perros no les gustan los besos y eso es lo que les hace sentir incómodos. De hecho, entre las cosas que más odian los perros se encuentran los besos.
En muchas ocasiones se cree que los animales están deseando nuestros besos, que se dejan o que se quedan quietos para que se les den más besos, pero estos son los casos más aislados, ya que los perros son animales cariñosos en su mayoría, animales que tienen ganas de estar cerca de las personas, de recibir mimos y de jugar con ellos. Pero debemos entender que demostrar cariño no es igual para ellos que para las personas, de modo que ellos se conformarán con que les rasquen un poco la cabeza, las orejas, el cuello o la tripa. Pero muy lejos de darles sonoros besos en la cabeza, los abrazos que le damos a los perros lo que provocamos en los perros es estrés y muchas veces incluso les damos una amenaza por la que terminan atacando.
Por eso, los perros no entienden nuestros besos, sino que más bien les suponen un ataque y se llegan a sentir incómodos, por lo que prefieren que las personas les demuestren su amor lanzándoles una pelota para que jueguen o les den un premio en forma de alimentación, ya que el contacto físico es mucho mejor reservarlo para esos momentos en que sean los propios perros quienes se acerquen a nuestras piernas para sentirnos cerca y poder notar nuestro calor y nuestro cariño. Lo mejor es dejar los besos, achuchones y abrazos para las personas de nuestra misma especie.
